jueves, 30 de julio de 2009

Honduras: el regreso recurrente del golpismo Latinoamericano

Honduras: el regreso recurrente del golpismo Latinoamericano

OMAR GRANADOS 28 de julio 2009


img


Los treinta días del gobierno de facto de Micheletti en Honduras exhiben una polarización progresiva de la sociedad hondureña e internacional en torno a dos proyectos económicos y políticos contrapuestos y mutuamente excluyentes:

1.- Honduras

El conflicto ha formado dos adversarios claramente identificados:

A) Por un lado, la alianza entre un movimiento social en desarrollo que quiere cambiar la política social y económica neoliberal, y el presidente depuesto, Manuel Zelaya, que se había venido acercando a la izquierda durante su gestión, son actores emergentes que han propuesto consultas ciudadanas, referéndum, y una convocatoria a una asamblea constituyente.

B) Por otra parte, existe una oligarquía histórica que incluye a empresarios, eclesiásticos, medios de comunicación, ex-presidentes y políticos, y sobre todo a las fuerzas armadas que hace apenas 27 años entregaron el poder a los civiles, retomándolo el pasado domingo 28 de junio, con un operativo militar que derrocó al presidente electo Manuel Zelaya, para sustituirlo por Roberto Micheletti.

2.- América Latina

Para entender el conflicto en Honduras, hay que plantearlo como parte de la historia de nuestro continente, ya que a pesar de la diversidad de la historia latinoamericana, hay ciertos patrones económicos, culturales y políticos de largo plazo que pueden ser observados en nuestros países.

Durante la crisis del modelo económico proteccionista en América Latina a partir de la década de los setenta, la influencia de los Estados Unidos en nuestro continente, logró imponer un cambio en las políticas económicas y sociales de la región para reordenar el sistema económico internacional. A partir del golpe de estado en Chile en 1973, y continuando con derrocamientos en casi toda América Latina, las élites locales aliadas con servicios de inteligencia norteamericanos continuaron imponiendo gobiernos y políticas que instauraron el neoliberalismo en la región.

Después de cambiar las bases de la política económica de la región, los gobiernos militares dieron paso a gobiernos civiles a través de pactos que aseguraban el proceso de internacionalización de la economía llamado globalización. De esta forma, para finales de la década de los ochenta, las democracias y los derechos políticos han vuelto a la región formalmente, pero los gobiernos han cedido al mercado el control de la economía mientras las empresas multinacionales afianzan su dominio económico y privatizan los recursos naturales, energéticos y materias primas de las naciones subdesarrolladas.

Después de más de tres décadas de este conjunto de políticas, los países de nuestro continente han padecido las consecuencias inherentes del sistema neoliberal y ante su crisis actual, todos los países han presentado alguna alternativa política y económica. Cada país del continente representa una experiencia distinta de esta pugna entre la continuidad del sistema neoliberal y su alternativa en constante reformulación y, a su vez, en cada país las alternativas tienen distintas características y éxito político

La lucha de resistencia cambia en cada país, pero en todos los casos enfrenta al mismo sistema de dar “todo el poder al mercado” impuesto hace tres décadas. La pobreza y la desigualdad han sido la consecuencia más visible de este modelo económico que se ha propagado por el mundo en desarrollo y Honduras es uno de los casos más evidentes.

3.- El golpe contra la consulta

En Honduras, no había existido una izquierda que se enfrentara con tal voluntad y éxito al poder empresarial. De hecho Manuel Zelaya llega al poder porque originalmente no estaba prometiendo un cambio, sino que era un político de un partido tradicional, y su padre había figurado durante muchos años entre los represores de quienes se oponían al régimen hondureño en la segunda mitad del siglo XX.

El cambio de Zelaya empieza después de que Honduras enfrenta una serie de problemas económicos y él busca apoyo en los organismos internacionales y en el empresariado local, pero al no encontrar una ayuda real en estos actores, empieza a recurrir a Venezuela y a los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).

Acompañado de los mandatarios de izquierda de la región, Zelaya empieza a cambiar no sólo el contenido de la política pública para dejar de favorecer exclusivamente a los grandes intereses internacionales, sino que da un salto político al cambiar las viejas estructuras del sistema político representativo.

La consulta a la que Zelaya había convocado para plantear la posibilidad de una constituyente no es una casualidad si se tiene en cuenta la historia reciente de los países que se han integrado a la ALBA. Las reformas de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, han sido legitimadas con consultas, referéndum y Asambleas Constituyentes y eso les ha valido su éxito y legitimidad.

En este contexto, podemos inferir que la razón del acto precipitado e ilegal que fue el golpe de estado planeado por la clase política y militar tradicional, buscaba evitar la consulta por miedo a que se iniciara en el país centroamericano, un proceso de participación política como sucedió en otros países de la ALBA, ya que además de ser un medio efectivo para generar legitimidad, la participación de la gente ha favorecido un cambio de rumbo para acabar con el neoliberalismo. Los golpistas hondureños no se arriesgaron a la consulta.

4.- Condena global

A pesar de que este golpe es tal vez el primero de la historia en el que la comunidad internacional ha condenado de forma unánime e inmediata un derrocamiento militar y de que dicha condena también fue expresada por el gobierno estadounidense, hay que ser muy críticos de los sucesos. El mismo presidente Zelaya ha hecho un llamado a que la condena de los países del mundo no se queden en palabras y que presionen de formas más enérgicas al gobierno de facto.

En particular a Obama le ha llamado a retirar a sus tropas de las bases militares en Honduras para demostrar que no apoya al régimen impuesto ya que como menciona Zelaya, sin el apoyo internacional y ante el asedio de la oposición, el gobierno de facto resistiría poco en el poder.

5.- Perspectivas

En adelante veremos en la nación centroamericana un conflicto en crecimiento en el que el monopolio de la fuerza ha sido usurpado por la clase política tradicional hondureña y está dispuesta a usar a la policía y las fuerzas armadas para evitar el regreso de Zelaya. La reinstalación del depuesto presidente sólo podría darse por medio de una presión social que aglutine varias formas de protesta como la desobediencia civil, la huelga general, y los cortes de carreteras y otras protestas públicas.

Estas han sido las armas de la izquierda contemporánea en América Latina, la oposición al neoliberalismo ha actuado por estos medios cuando no ejerce el poder. El movimiento social, la protesta y la participación siguen siendo la alternativa en los sistemas políticos autoritarios de la región y Zelaya enfrenta el reto de presionar local e internacionalmente al gobierno de facto hasta obligarlo a dimitir por alguna debilidad sea económica o militar, ya que no tiene ninguna intención de abandonar el poder conquistado o jugárselo en una elección limpia.

En el plano internacional, es muy interesante la actitud del nuevo gobierno de Obama, que por un lado comparte la preocupación de la derecha hondureña contra Chávez, pero al mismo tiempo está obligado públicamente a condenar el golpe. Estados Unidos enfrenta el liderazgo regional de la izquierda latinoamericana en alianza con las élites locales, por eso cuesta trabajo pensar que Honduras sea la excepción: si hay alguna diferencia entre Washington y los golpistas, es sólo debido a la ilegalidad del derrocamiento al que Obama parece no apoyar, pero no hay duda de que el proyecto económico y político para Honduras es una coincidencia entre ellos.

Además de la tendencia más radical conformada por Chávez y la ALBA, algunos otros presidentes más moderados se han aliado con él en el Mercado Común Sudamericano (MERCOSUR), en la Unión de Naciones de Sudamérica (UNASUR), PETROSUR (energéticos), BANSUR (banca), etc.

De esta forma, lo que estuvo en juego en México en 2006 y 2009, en la victoria del izquierdista Mauricio Funes en El Salvador, en las elecciones legislativas argentinas de este año, en el golpe de estado a Hugo Chávez en 2002 y en el golpe contra Zelaya (entre una lista interminable) es la decisión sobre el sistema económico, social y político deseable.

Honduras y América Latina están decidiendo entre la continuidad de un neoliberalismo que ya ha mostrado sus consecuencias de desigualdad y pobreza en la región, y una alternativa desde la izquierda que intenta rescatar la labor social de los estados para salir de la crisis económica actual, entendiendo que dicha crisis es la consecuencia de haber entregado la responsabilidad de la economía al empresariado internacional.