-Omar Granados
5 de marzo de 2009
Desde un primer momento, al anunciar su plan de estímulo a la economía “real“, el presidente de los EEUU atravesó momentos difíciles: las bolsas del mundo seguían cayendo sin parar a pesar del anuncio de billones de dólares (millones de millones de dólares) destinados a los consumidores y productores, e incluso se sabe hoy que con las pérdidas agregadas durante febrero, el nivel de Wall Street es el mismo de hace doce años. En medio de esta constante exhumación de bancos y empresas, no se sabe si la caída de la bolsa más representativa del mundo se debe a una desconfianza hacia el plan de la Casa Blanca, o si por el contrario, estas bolsas de valores y los bancos (todo el sector financiero) realmente se han vuelto insolventes debido a los oscuros negocios con derivados y subprimes.
Para evitar confusiones, hay que precisar que el rescate de Obama está dividido en dos partes al menos: el estímulo de la economía real y el recate financiero. El primero fue creado para ayudar a la producción y al consumo, ya que la oferta y la demanda han disminuido a partir de una caída en la confianza de los empresarios (que saben que no van a vender lo mismo que antes) y una falta de confianza de los consumidores (que saben que podrían no poder pagar por todo lo que acostumbraban comprar).
Aunado a lo anterior, el desempleo, el subempleo, la migración y otros problemas más concretos empiezan a sitiar las ciudades del mundo, no sólo las norteamericanas. Dadas estas condiciones, el estímulo a la economía que el presidente norteamericano cabildeó en el Congreso apelaba a apoyar el consumo con diferentes apoyos como lo son una disminución de los impuestos, un apoyo a los consumidores para generar demanda, y un rescate a los productores (empresarial-industrial) para generar oferta. Una especie de respiración artificial o pulmón de hierro aplicado a la economía.
Con esta fórmula para intentar reactivar la economía estadounidense, el presidente número 44 del vecino país tuvo que rebajar el sueldo a todos los funcionarios públicos, hacer varios ahorros y generar deuda por casi dos billones de dólares más, jugando al límite con su baraja. Aún así, con este recorte de sueldos (al que nunca se atrevería un personaje conservador como Calderón o su ex-candidato Mccain), el plan de estímulo sólo incluye a la economía real y su funcionamiento aún está por verse.
Por otra parte, la banca y el sector financiero que tienen una importancia fundamental no habían recibido ayuda de parte de Obama, por lo cual existía una incógnita mayor, ya que en caso de que no tuviera éxito el estímulo económico, la banca debería tener un funcionamiento fuerte y autónomo pues la economía real dependería de ello: digamos que el peor escenario es un plan de estímulo económico que no funcione y una banca que no pueda sustentar el crecimiento necesario.
Por lo anterior, Obama evitó riesgos y aplicando las tesis del nobel de economía Joseph Stiglitz, llevó a cabo la nacionalización del otrora banco más grande del mundo, Citigroup. Ya mencionaba en mi última colaboración algunos puntos de vista que afirmaban que este banco se comportaba como una especie de hoyo negro insolvente debido a que ha recibido miles de millones de dólares de parte del gobierno y sus pérdidas son de la misma magnitud. Rescatar ese banco sin ponerle restricciones sería desperdiciar el dinero de los contribuyentes, por lo cual Obama se aseguró de controlar el banco siendo el accionista mayoritario (36%), rompiendo además la vieja ley neoliberal de que el gobierno no debe meterse en la economía.
El hecho de que EEUU rescate Citigroup tiene varias implicaciones, empezando porque Obama afirmó certeramente que la única entidad o corporación capaz de rescatar la economía es el gobierno norteamericano lo cual derrumba décadas de polémicas sobre el papel que debe guardar el Estado en la economía, demostrando que en el sistema capitalista el gobierno es el único control para socavar los desequilibrios naturales de este sistema de sociedad (hay quienes aún hoy siguen pensando que los desequilibrios y las desigualdades no son resultado natural de este sistema, v. gr.: los neoliberales).
Además de lo anterior, hay que recordar que a partir de este rescate a Citi, el accionista mayoritario de Banamex será el gobierno norteamericano y las repercusiones en México son importantes: en nuestro país hay disposiciones legales para que ningún gobierno extranjero sea accionista mayoritario de un banco, pero el gobierno mexicano (que comulga con las viejas ideas neoliberales) junto con Citigroup (del cual Banamex es sólo una alcancía) apelarán al TLCAN para permitir a Citigroup el manejo (y la explotación excesiva) de Banamex mientras puedan o mientras sea rentable. En contra de lo anterior, algunos expertos asumen que en ningún renglón del TLCAN hay algún permiso para que dicha conducción de Banamex a manos de Citigroup y el gobierno de EEU continúe en nuestro país.
En fin, los primeros resultados del rescate de Obama exhiben que nada está seguro y que la salud de la economía y la estabilidad política mundiales se decidirán en los próximos meses. Por otra parte, el gobierno mexicano también queda al descubierto como parte del problema: mientras en otras latitudes se experimenta con nacionalizaciones del sector financiero, aquí parece que se dejará ir la ideal oportunidad de nacionalizar Banamex beneficiando como siempre intereses privados y en este caso extranjeros.
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